martes, 9 de mayo de 2017

INSULTOS


                                              





Se ha puesto de moda insultar, degradar, humillar...
Antes ocurría en programas del tres al cuarto, que como no veía, pues no me enteraba.  Está bien eso de cambiar de canal cuando no te gusta, es como si le cerraras la puerta en las narices al vecino cotilla o maleducado. Lo peor es que las emisoras se han dado cuenta de que lo que da audiencia es el insulto, y como lo único que se busca es la audiencia, pues ya tenemos el lío armado. Antes Risto Mejide se liaba a improperios contra todo el que se le ponía delante y los telespectadores babeaban frente a la pantalla. Visto lo visto, se pusieron a insultar hasta los cocineros de Master chef. Pero tú ¿de qué te ríes?, le pregunta Jordi Cruz a una chica que está tan avergonzada de lo mucho que la insultan, que le sale la sonrisa tonta, esa que se te pone cuando quieres que la tierra te trague. Y yo, que me salí del cine a los nueve años porque no soportaba una escena en la que unos niños se burlaban de un anciano, me tengo que tragar que, porque a una pobre concursante le ha salido el cocido algo pocho, la pongan "a caer de un burro". A lo mejor está pactado y la única en todo el país que se va  a la cama con un disgusto tremendo soy yo, pero de pura inocencia. No me extrañaría, ya que en cierta ocasión vi aparecer en un programa de buscar parejas, a un señor que conocía del club de tenis. Oye, Ramón, de toda la vida; casado y con tres hijos. Me extrañó porque parecía tan feliz con su mujer Margarita, muy pizpireta ella. Dejé la tortilla en el fuego mientras esperaba a que le presentaran a esa mujer que se había encandilado solo de ver su foto. ¡Pobre Margarita!, pensaba mientras la tortilla soltaba un tufo a carbón que echaba para atrás. Cuando más indignada estaba, se presentó la supuesta encandilada, y era ni más ni menos que su Margarita de toda la vida, la cual muy coquetona decía que nada más ver “al pollo” se había enamorado. Perdí la fe en los programas y en la audiencia. Perdí la fe en el genero humano, perdí la tortilla y se chamuscó la cocina.  Por eso imagino que quizás lo de insultar al personal, se debe a un guión perfectamente elaborado, tipo Ramón y Margarita. Aunque a lo que íbamos, si es el insulto el que aporta  audiencia, no hemos avanzado un ápice respecto a los que iban al circo romano a ver cómo los leones se comían a los cristianos, ni a la revolución francesa dónde no cabía un alma para ver decapitaciones.

No avanzamos. Y yo sin saber aún si se insultan por audiencia o si el insulto es a los telespectadores por memos, si todo es mentira o si la mentira la ponen porque la mayoría es sádica y les gusta el morbo.

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