martes, 11 de julio de 2017

A TODO SE ACOSTUMBRA UNO



                                              



Leer la prensa o ver programas de televisión de denuncia, da un poco de miedo. Se le queda a uno la sensación de que vivimos en un país sin ley. Mientras nuestros políticos se dedican a pensar, y pensar, y pensar qué van a hacer con el referéndum catalán, nos encontramos con que los okupas entran como Pedro por su casa en las urbanizaciones de Marbella, Cádiz y Huelva. Los propietarios tardan una media de tres años en echarlos. Y lo malo no es que entren y se queden tan panchos conectados a tu energía, tu agua y tu wifi, sino que no entran solos, sino con perros, caballos, loros… No es raro que esto suceda porque en Ibiza se ha puesto de moda alquilar camas plegables en una vivienda hasta por setecientos euros. Los médicos, los empleados o los que necesitan contratar para dar servicio a la isla, no pueden dormir allí porque sus sueldos no se lo permiten. Y lo peor es que este desmadre se está ampliando a toda la costa. No hay ningún organismo capaz de zanjar el asunto. 
Los hospitales cierran plantas porque han llegado las vacaciones, y como las ciudades costeras duplican su población al doble o más, los enfermos tienen que pasar días en sillones hasta que quede una cama libre.
 El otro día fui a visitar a un familiar a una plata en la que la mayoría han sufrido ictus cerebrales, la acompañante se quejaba de que se estaba escociendo porque no iban a limpiarla. Solo de imaginarlo me puse muy nerviosa y salí a ver lo que ocurría. “Señora, escocidos están todos. Somos dos para atender a toda la planta”. 
A un amigo que se quedó atrapado en un atasco, se encontró con que le abrieron la puerta del coche y le pegaron un puñetazo. Así, sin mediar palabra. Cuando fue a poner la denuncia, le aconsejaron que no la pusiera porque el agresor iba a salir libre enseguida, y como ya era conocido, lo mismo lo perseguía hasta los confines de la tierra con tenacidad de elefante enfadado.
No hay suficientes jueces para aplicar la ley, no hay voluntad para endurecerlas y evitar los desmanes, no hay suficientes funcionarios que eviten los alquileres ilegales, no hay políticos que luchen contra la desidia de los bancos en las casas embargadas. Las leyes están anticuadas o no resuelven en poco tiempo, es garantista hasta la saciedad, y empieza a ser más rentable aprovechar los huecos de la ley que intentar denunciar. Es mejor okupar que alquilar, por lo menos te sale mejor el veraneo, oye, y si  caes enfermo y no hay personal suficiente para que te atiendan, amenazas al sanitario de turno y seguro que se espabila y te cuela. Total, no te van a denunciar por si luego te da por perseguirle.
Parece que todo funciona a las mil maravillas y que a ti no te va a pasar nada. Pero si no te apuntas al vandalismo es mejor rezar a Santa Rita aunque no seas creyente.
Estamos muy preocupados viendo cómo los políticos se pelean para conseguir votos, para sacar adelante un referéndum que no hay por dónde cogerlo, y no se preocupan de encarcelar a nadie, ni de pedir cuentas a los encargados de que la ley se cumpla. Porque mientras piensan en cómo hacerlo, el país se va a pique.
Sí, pero todavía no estamos como en Venezuela, dirá alguien. Tenemos papel higiénico.
Creo que, o se exigen responsabilidades o esto se desploma.
Mi peluquero dice que él conoce a un sicario. ¿De verdad eso va a ser lo único que al final nos quede?

Lo peor es que nos estamos acostumbrando. A todo se acostumbra uno.

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