sábado, 12 de agosto de 2017

BALADA DE AGOSTO

Imagen:Chema Madoz



Llueve, pero no detrás de los cristales, como decía Serrat. Llueve sobre las cortinas de mi dormitorio. No llueve sobre los chopos medio deshojados, ni sobre los pardos tejados. Llueve sobre la taza del wáter, sobre mi colcha de rayas, sobre mis zapatillas y mi batín. Llueve sobre el móvil y sobre el e-book. Llueve y llueve. Tampoco lo hace en otoño sino en pleno agosto. Ni siquiera te podría contar que está quemándose el último leño en el hogar, porque lo que está quemándose es mi paciencia. He avisado al administrador de mi apartamento numerosas veces, le he dicho que la obra que hicieron en la fachada hace tan solo tres años y dieciocho mil euros por barba, fue una gran pifia. Pero él es de los que siempre dice que sí. Sabe dar buena impresión. Se ha debido estudiar todos los manuales de asertividad, por lo que resulta imposible enfadarse. Invariablemente, cuando entro furibunda en la oficina, mira tú qué casualidad, le he pillado hablando con la empresa que va a venir a reparar mi avería. Yo, para no ser menos, me ha apuntado a un curso de comunicación no violenta. Le digo con una sonrisa esplendorosa, que en mi casa entra agua, ya no solo cuando hay gota fría sino cuando menos te lo esperas. Entra el agua en el dormitorio y en el cuarto de baño, por debajo del armario. Él sonríe con unos dientes blanquísimos y me dice que está en ello. Me explica que va a enviar a unos escaladores para que se suban a mi piso, el veinticuatro, y arreglen lo que sea menester. Y yo no vivo pensando en los escaladores, en la lluvia, y en la sonrisa encantadora del administrador.
Temo mucho a los que jamás pronuncian un no, porque, no solo no te cogen el móvil por mucho que insistas, sino que cuando te ven entrar en la oficina echando espuma por la boca, se te comen a besos y te dejan descolocada.
Es agosto. Me entró el tembleque nada más ver el cielo cárdeno y los rayos acercarse hacia mi casa en plan broncas. Fue a media noche, sentí gotas de lluvia sobre mi cabeza. Luego arreciaron de tal forma que casi me ahogo. Pensé que por fin se había conseguido el trasvase del Ebro, porque jamás había visto tanta agua junta y, mucho menos en mi lecho. Aquello no era normal. Tiré toallas y barreños encima de la cama, en el suelo y en el cuarto de baño. Gracias a que no era gota fría, dejó de llover al momento, y yo de temblar. Hoy le he enviado al abogado de mi seguro el vídeo que hice. Los ha debido amenazar con un juicio sumarísimo, si es que todavía existe algo rápido en nuestro país. Esta tarde, mientras duermo la siesta, escucho golpes en la fachada, supongo que son los escaladores, pienso en asomarme, pero me abstengo. Arrebujada entre las sábanas intento dormir. Sueño que se desploma el techo dejando entrar al administrador con una manguera dirigida a mi cara.  Me ahoga sin cambiar el gesto, con su sonrisa de dientes inmaculados.
Esta noche no se espera lluvia sino las Perseidas.
¿Lograrán entrar por mi fachada? El administrador me reconforta anunciándome que está en ello.


2 comentarios:

Unknown dijo...

como eres tan ingeniosa?? es que hasta para contar que llueve tienes gracia. olé.

La Chica del Blog dijo...

Me gusto. Saludos