sábado, 28 de octubre de 2017

SERENDIPIAS

                                                



Creí que ya no me emocionaría al reunirme con niños para hablar de mis libros, que estaba acostumbrada a ir a colegios, que se me habría endurecido la piel de tanta visita, de tanto encuentro. Sin embargo no ocurre así, nunca me acostumbro a contemplarlos, a sus sugerencias, a su inteligencia.
Ayer me habían invitado a un club de lectura en la librería “Serendipias” de Tres Cantos. Lo primero que hice fue buscar en el diccionario el significado de Serendipias. “Descubrimiento o hallazgo inesperado que se produce cuando estás buscando otra cosa distinta. Descubrimiento importante que no tiene relación con lo que se buscaba. Resultó algo premonitorio. Esperaba organizar mi próxima presentación del último libro que he sacado en mayo, y me encontré con mi primer libro juvenil. Aquel que salió en 2012. Todavía gusta, todavía colea, todavía lo leen los niños y lo piden. Hay pocas cosas tan satisfactorias para un escritor como que su libro no muera, no acabe arrumbado bajo miles de novedades. Me lo dijo Elena, la dueña de la librería. “Se han apuntado muchos, diecisiete niños de entre nueve a doce años.” A todos les había gustado, querían hablar con la autora de aquel libro: “Gus y la casa voladora”
 El encuentro en un club de lectura ya es en sí mismo enriquecedor, porque es el encuentro con lectores recalcitrantes, con personas que como tú, aman la lectura. Pero si además son niños, es más enriquecedor porque en la era de la Play, de la Nintendo, de los móviles, de las miles de oportunidades de evasión que se les presentan, eligen leer, y les gusta imaginar las escenas, los personajes. Me encanta que en esta ocasión hayan elegido mi libro, que me pongan nota. Pero, sobre todo, me encanta mirarles a los ojos y saber que no todo está perdido, que mientras sigan existiendo niños así, será difícil la manipulación porque habrá criterio, prudencia y creatividad. Habrá formas correctas de expresarse y comprensión ante lo diferente.
Una niña me preguntó cómo podría conseguir que su hermana leyera. Había conseguido disfrutar tanto de ello que quería compartirlo.
Hablamos de los personajes, de la coherencia, de la resolución y el conflicto, de los puntos de giro, de la emoción que han sentido, de la mirada y de la curiosidad. No estaba hablando en un colegio porque los profesores les intentaban dirigir a la lectura, estaba en una librería para encontrarme con aquellos que ya la habían encontrado, que la amaban y que hacían preguntas de adultos, de lectores, de curiosos. Tan felices de su afición recién descubierta, que querían contagiarla a otros. Destripamos la historia, pero, sobre todo, destripamos ese lugar tan enriquecedor y mágico que nos aparta de todo lo malo y al que solo se llega en silencio, en soledad. Un lugar donde se encuentran personajes diferentes, lugares remotos, situaciones que jamás viviremos si no es leyendo, y que nos permiten comprender un poco más ese mundo tan extenso y complejo que nos rodea.
 Fue divertido, fue ese hallazgo inesperado que se produce cuando estás buscando otra cosa; una auténtica Serendipia.

Gracias Elena Martínez Blanco por tu librería, por tu iniciativa, por llevar la lectura a Tres Cantos, por esa tarde y por esos lectores.

domingo, 22 de octubre de 2017

LOS LATIGUILLOS






Mi amiga Catalina odia los latiguillos. Los aborrezco, me explica. No tienen mala intención, le contesto. Se dicen para rellenar huecos, cuando te has quedado en blanco, cuando se te va el santo al cielo. Pero ella es muy suya, y si un interlocutor le dice de pasada: “Vuelvo a repetirte”, se mata por explicar que es la primera vez que lo ha oído y que, por favor, tenga más cuidado cuando habla. El interlocutor que había soltado un simple latiguillo para rellenar el hueco, se siente cuestionado y aunque sea mentira, ya no se baja del burro y asegura que sí, que se lo había dicho ya en otra ocasión. A partir de ese momento se lía una discusión para concretar el día, mes, año, momento y circunstancias, que acaba con la amistad.
Hay mucha gente que te afea cualquier pregunta, porque aseguran habértelo contestado en otra ocasión.  Es una falta de respeto, aunque sea cierto, pero eso es distinto al latiguillo. El latiguillo es un estar ahí sin pena ni gloria.
Catalina va a peor, le molesta que le digan; “que chungo”, “¿te lo cuento o te lo explico?”, “es total”, “para nada”, “¿a ti te ha llamado?, a mí tampoco”
No puedes seguir así, Catalina, te vas  a quedar sin amigos. Debes pedir ayuda a un experto.
Pero dice que no puede evitarlo; le enerva, le destroza, le pone los pelos como escarpias. Dice que le hace sentirse tan pequeña que hasta le cuelgan los pies.
Ahora ha empezado a no soportar el ¿vale? al final de la frase. ¿No te das cuenta? me explica. Es como si te dijeran ¿Lo has pillado, so cenutria? Tampoco soporta  ¿Sabes lo que quiero decirte? ¿Qué te parece preguntar si sé lo que quiere decirme? Eso ya es para morirte. ¿Pero como no lo voy  a saber si lo acaba de soltar?
Como su sensibilidad ha ido a más y ha decidido tomarse la vida en plan literal, la he mandado a un psicólogo. Necesitas apaciguar sus instintos criminales.
El psicólogo ha confirmado mi diagnostico, le ha dicho que así no se puedo afrontar la vida, que es corta y a su edad mucho más, que hay que vivir feliz porque mañana podemos no estar aquí. Y ha terminado con un ¿sabes lo que quiero decirte?
 Ella le ha contestado que sí, que sabe lo que quiere decirle, y que ya no acciona  “mete” a quién sea pero no insulta. Lo ha dejado tendido en la alfombra como hecho puntual, para que se lo haga mirar antes de que lo ponga en valor y la pillen con las manos en la masa,  porque eso sería de lo más chungo.


martes, 17 de octubre de 2017

EL GRAN HERMANO PITUFO

Parce ser que no solo las paredes tienen oídos sino también los móviles. Una señora que estaba planchando escuchó como su madre le decía que su primo X había muerto en Thailandia en un accidente, y al coger el móvil, unos minutos después, encontró una noticia en el buscador del periódico donde se relataba el accidente de Thailandia de su primo. Un hombre  que discutía con su hermana sobre la tributación de un determinado bien, al abrir facebook se encontró con un grupo que le pedía amistad y que le resolvía dudas fiscales. Y como ese se pueden encontrar miles de casos. No en vano, un amigo descubrió por el móvil, que dos personas criticaban en la sobremesa a un grupo de amigos que acababan de compartir almuerzo juntos. Los que se marcharon fuero presa del odio de los que se quedaron. El móvil sonó y la conversación se manifestó en toda su crudeza, sin que los criticones fuesen conscientes de que estaban siendo escuchados. Me he interesado por el asunto y he llegado en internet a la pagina de los pitufos. Muy interesante. Esos duencecillos azules son capaces de encender tu móvil y escuchar tus conversaciones de sobremesa y sacarte una fotografía cuando piensas que eres tú quien retrata algo o saber dónde te encuentras. Los servicios secretos los llaman “suite Pitufo” Hay cuatro: El espía Pitufo soñador que permite encender y apagar el móvil sin que el usuario lo sepa. El fin es que entren en juego los demás pitufos. El pitufo fisgón que activa el micrófono del aparato para que se pueda escuchar lo que sucede alrededor. El pitufo rastreador, es de geolocalización que te sigue. El pitufo paranoico que es el encargado de borrar todas sus huellas. Snowde cuenta que es una herramienta de autoprotección del sistema que se utiliza “para blindar la manipulación de tu teléfono” Para introducirse en tu teléfono móvil se utiliza un SMS que pasa desapercibido. Es un mensaje que se envía como cualquier otro, pero que cuando llega a tu teléfono se oculta. Lo que nos faltaba.

lunes, 9 de octubre de 2017

MANIPULACIÓN

                                  


 






 La manipulación mental o control mental se produce cuando un individuo o grupo de individuos ejerce una toma de control del comportamiento de una persona o de un grupo, utilizando técnicas de persuasión o de sugestión mental, en busca de eliminar las capacidades críticas o de autocrítica de la persona, esto es, su capacidad de juzgar o de rehusar informaciones u órdenes.

Son tantas las noticias y los hechos que se han sucedido en estas últimas semanas que me costaba tomar partido. Escucho todas las opiniones, trato de llegar a una visión lo más fría y desapasionada posible, pero no puedo evitar que no se me escapen las manipulaciones a las que estamos sometidos, ya que: 
Manipulación es hablar de población indefensa y brutalidad policial, porque se trata de personas que sabían que estaban cometiendo un delito o un hecho ilegal perseguido por la justicia, y la policía no tenía otra forma de cumplir ordenes.
Manipulación es decir que los manifestantes llevaban rosas y sonrisas, cuando rodearon un edificio y dejaron que la secretaria judicial tuviese que salir por la azotea y los policías permanecieran encerrados durante horas.
Manipulación es destrozar y luego subirse encima de los coches policiales para lanzar soflamas vengativas y decir que solo son sonrisas inocentes y manifestación silenciosa.  
Manipulación es que los Mossos desobedezcan la orden de evitar que se abran los colegios electorales, permitir que se llenen de manifestantes, que se apoltronen en el suelo para no dejar pasar a la policía, y luego quejarse de que al entrar han ejercido violencia para cumplir las ordenes encomendadas.
Manipulación es decir que los Mossos sí han cumplido ordenes del juez y ayudar a meter urnas en las furgonetas.
Manipulación es llamar facha a todo aquel que porte una bandera española, a todo aquel que no esté de acuerdo con los independentistas, a personas que se han manifestado como auténticos demócratas y buenos catalanes, como Serrat y otros.
Manipulación es adoctrinar a los niños en las escuelas para el odio.
Manipulación es obligar en las escuelas a hablar catalán, a menospreciar a los que no piensan como ellos, a hacerles el vacío o insultarles.
Manipulación es llevarse a un niño a votar sabiendo que está cometiendo una ilegalidad, que sería lo mismo que llevárselo a robar a un tienda para que no le agredan al descubrirlo.
Manipulación es poner a los ancianos de escudos humanos, pintarse de rojo la cara para que crean que es sangre por golpes de la policía, decir que te han roto los dedos de la mano izquierda y vendarte la derecha.  
Manipulación es no reconocer que el nacismo surgió por la exaltación de una Nación sobre otras a las que se despreciaba.
Manipulación es contar que Cataluña es en su mayoría independentista y ver  una manifestación multitudinaria y contraria al independentismo el día 8 de octubre que tomaba las calles.
Manipulación es asegurar que las grandes empresas financieras se quedarían en una Cataluña independiente, y verlas salir a penas se anuncia la posibilidad de la declaración de independencia.
Manipulación es escuchar a un tertuliano en laSexta diciendo que una  manifestación de  no independentista sería una provocación.
Manipulación es sacar la foto de una manifestante ultraderechista de septiembre de 2015 y decir que fue tomada en la manifestación de Barcelona del 8 de octubre de 2017.
Lo siento, la manipulación ha sido descubierta.