jueves, 30 de noviembre de 2017

PARECIDOS RAZONABLES










El último parecido prodigioso entre dos personas lo acabamos de constatar durante la pedida de mano en Inglaterra. El príncipe Harry se ha prometido con la doble de una política española. Es difícil negar el asombroso parecido de  Maghan Marke y Begoña Villacis. Sin embargo, a veces ni siquiera se dan cuenta los implicados del parecido, tenemos que ser los televidentes quienes lo detectemos con desasosiego, como es el caso del asesino Morate y el guardia que lo custodiaba en el juicio oral. Esperaba con ilusión que en cualquier momento ambos se levantarían para darse un fuerte abrazo fraternal, pero no dieron síntomas de la más mínima complicidad. Era como si no se vieran a sí mismos.
Y no solo ocurre este fenómeno con coetáneos, sino con personajes que nos separan años o siglos de diferencia.
Nicolas Cage, por ejemplo, tiene un doble del siglo XIX que vivió en Tenesse en 1870 y al que le hicieron un retrato al oleo para desasosiego del actor. Estos sosias se encuentran en los museos con más frecuencia de la que nos gustaría. Otro caso es el de un hombre llamado Max Galuppo que en 2012 se encontró a sí mismo en un cuadro del siglo XVI. Era el museo de arte de Filadelfia.
A estas coincidencias se le han dado muchas interpretaciones, algunas de lo más esotéricas y rocambolescas. Dicen que si son reencarnados, o vampiros, o quizá, viajeros en el tiempo.
Podemos creer o no en esas conjeturas, pero no podemos negar que el fenómeno es curioso y real. ¿Quién me dice a mí, pongo por caso, que el Puigdemont que quiere salirse de la Unión Europea por obsoleta y trasnochada, es el mismo que pone por las nubes a la Unión Europea, que quiere que Cataluña sea miembro por derecho y que se deshace en elogios hacia ella? ¿Quien me dice a mí que la Ada Colau, que dijo que no participaría en el referéndum ilegal, es la misma que bailaría sardana con los independentistas y defendería la libertad de expresión en el referéndum para proclamar la DUI? ¿Y si los Junqueras y Forcadell independentistas, así como el resto de miembros de la mesa del congreso catalán, no tienen nada que ver con los que están dispuestos a acatar el articulo 155 y renunciar a la DUI? ¿Son otros? ¿Sosias ellos?  Y si el Mas que decía que ninguna empresa se marcharía de Cataluña si se proclamaba la independencia, no es el mismo que ahora dice lo contrario? ¿Y si ni siquiera es el mismo  que pedía dinero a Zapatero a cambio de manipular  las ideas nacionalistas de los catalanes con métodos de Anthony Blaque? ¿Y si la presidenta de Tous que contrató a miembros de ERC en su empresa, no es la misma que la que da ordenes a sus empleados de “afirmar su vocación internacional, española y catalana de corazón?
A simple vista parecen incongruentes, pero no lo son. Lo que ocurre es que son  sosias.
 ¿Vampiros?¿Reencarnados? ¿Viajeros en el tiempo?
¡Cuanto tienen qué contarnos y qué poco les preguntamos!


sábado, 18 de noviembre de 2017

MENTIRAS


                                               








Esta mañana, mientras paseaba por el estanque de El Retiro, he escuchado como un señor hablaba por el móvil y explicaba que se encontraba..., en “Embajadores”. Luego ha cantado un gallo. Se trata de uno de esos gallos orondos que viven en la zona del Huerto”. La han instalado para que los niños se aficionen a la vida bucólica. No se si negar que estuviese en El Retiro lo repitió tres veces, como San Pedro, o simplemente cantó el gallo porque estaba en su ser, pero lo cierto es que la mentira no cesa, y habita entre nosotros. La contemplo en la terraza de la casa de enfrenta, cuando veo unas zapatillas tras un rododendro, dejando entrever a un hombre con móvil a la oreja, escondiéndose de la vigilancia familiar.
 En esa ocasión no cantó el gallo porque el huerto de El Retiro esta lejos, pero son tales las mentiras que se dicen últimamente que hasta los móviles los venden con localizador.

Lo que todavía no se ha inventado es el detector de trolas de los de ERC. Es una misión difícil porque aunque dicen que las mentiras tienen las patas muy cortas siempre hay un extranjero o un Belga que se las traga y, en su afán de buscar tres pies al gato, pide los planos de las cárceles españolas para ver si Puigdemónt va a estar cuidadito, atendido y con suficientes metros cuadrados después de la sedición, el desplome de la economía catalana, el enfrentamiento que ha dejado entre sus ciudadanos y el resquebrajamiento de su pueblo. En fin, oye, no sea que le pongan esposas como quiere ponerle Rufián a Rajoy, y se nos constipe. Marta Rovira dice ahora, que el gobierno amenazó con sangre, tanques, tiros y garrotazos si se declaraba la independencia en Cataluña. Y suponiendo que fuese cierto, que no lo es, van ellos y la declaran.  ¡Con dos narices!, porque los ciudadanos, la sangre, los tanques y el sufrimiento de su pueblo, les deben traer al pairo. Después de esas declaraciones han debido cantar todos los gallos de Europa, aunque los belgas no los hayan escuchado porque están en lo suyo: las dimensiones de las celdas y las garantías democráticas españolas.

sábado, 11 de noviembre de 2017

OTRA VEZ LOS RUSOS







Los que me traían a mal traer en mi infancia eran los rusos. Durante un tiempo, me refiero a la guerra fría, uno estaba siempre temblando por si la guerra pasaba de fría a caliente y el planeta se hacía añicos. Los mandatarios de una y otra potencia, tenían un  teléfono rojo en el despacho y a poco que se les calentara el dedo índice, desaparecíamos. En cuanto salía un ruso en la tele, mis padres se ponían muy serios, y mis hermanos y yo nos escondíamos tras un sillón. Hablaban raro y parecía que al hacerlo te escupían. No eran hombres afables, por lo menos esa era la imagen que nos trasmitía el telediario.
Entonces estaban de moda las películas de espías que atravesaban el muro de Berlín y ya nadie volvía a saber de ellos. Se les distinguía porque iban con gabardinas y sombreros incrustados a la cabeza, hablaban de forma desapacible y te podían secuestrar por cualquier nimiedad. Aquello era un sin vivir.
A mí no se me aparecía en sueños el coco, ni el hombre del saco, ni tonterías de esas,  sino algún ruso con la bomba atómica en bandolera que escuchaba todo lo que había dicho durante el día y me mandaba a Siberia.
 La niñez de los sesenta fue escalofriante. En los ochenta cayó el muro y fue un respirar, la verdad. Cuando estuve en Berlín lo que más me impresionó fue la foto del último que murió intentando cruzar el muro. Unos días que hubiese esperado y lo hubiera saltado sin problemas. La suerte es así, caprichosa y ajena a nuestro dolor. Hacía tanto tiempo que habían desaparecido los rusos de mis sueños, que los veía en la costa, paseándose en sus yates millonarios, con mujeres enjoyadas y rubias, que se me había pasado el miedo. Pero, cuando esta mañana he leído en el periódico que habían regresado, que estaban de nuevo dispuestos a montarla, casi me muero. Han regresado pero no con gabardina sino en las redes sociales, inmiscuyéndose en tus correos, o en los de los otros, para lavarnos el cerebro, contar verdades a medias, desestabilizar a Europa y a EEUU, con mucha tecnología y muy poca vergüenza.
Ahora te comen el coco sin encerrarte en una habitación con un flexo dirigido a tus ojos, sino con el simple roce de sus dedos, tecleando, manipulando información, diciendo verdades a medias, haciéndoles al juego a Carles, Junqueras, Jordis y policía autonómica.
Nuestros gobernantes, que son muy suyos y no quieren estar mal vistos en el resto de Europa, pues dejan que los manifestantes campen a sus anchas por las calles, salten encima de los coches de la policía, encierren a secretarios judiciales y guardias civiles, que los insulten de palabra y de obra. No vaya a ser que se crean en el extranjero que no somos demócratas. Y por esa regla de tres nos han abandonados a nuestra suerte, han hecho dejación de sus deberes judicializando el problema, y se está imponiendo la ley del más fuerte, la de la calle.
Todo eso lo han logrado los rusos con sus lavados de cerebro patrios y foráneos.
Pues vistas las cosas así, los nuevos rusos se han espabilado muchísimo desde los tiempos de la guerra fría. Ahora sin mancharse las manos han logrado que los gobernantes están muertos de miedo; los partidos políticos, enfrentados; la economía, de pena; la gente, en plena lavada de cerebro on line; Puigdemón, en Bruselas; los de la CUP encantados con su huida; Junqueras y el resto de los parlamentarios, en la cárcel por sedición pero haciendo propaganda electoral porque van  a prometer que ya no lo harán más y se presentan de nuevo a las elecciones, y nuestra policía paralizada ante las amenazas de unos y de otros para que no digan.
Estando las cosas así, esta noche fijo que  vuelvo a soñar con un ruso. 





domingo, 5 de noviembre de 2017

MIL LLAVEROS Y UNA LLAVE


                                                         





El vecino de mi tía Ángela, en vez de llevar un llavero lleno de llaves, lleva una llave llena de llaveros. Siempre me pareció un chico inquietante, y por eso trato de no coincidir con él en el ascensor cuando voy a visitarla, pero ayer no lo pude evitar. Me mostró los llaveros con gran ilusión. No tuve más remedio que decirle que su iniciativa era muy original, vamos, que se tiene que ser muy artista para inventar una cosas así.
No es un hombre de costumbre plácidas. Está inmenso, pero según me contó es porque le gustan el vino y las mujeres, dice que no para de tener infartos como consecuencia de esa afición tan tonta. Lo lleva bien, dice que él es así.
Lo cierto es que, según me cuenta Ángela, todas las mañanas su hermana sale con un carro de la compra llena de botellas y latas de cervezas para echarlas al contenedor. Cuando bebe, que debe ser siempre, tiene por costumbre llamar  a casa de vecinas y pedirles sexo. Lo han denunciado a la comunidad varias veces, ha sido amonestado, pero él se afianza en sus gustos y no hay quién le convenza de que esa actitud es intimidatoria y agresiva. También se envalentona con su madre y hermana cuando le llevan la contraria.
Su madre, la mar de perspicaz, lo apuntó a karate para ver si haciendo deporte se le pasaba el pronto, pero solo consiguió que se le profesionalizara en las agresiones familiares.
Ellas no denuncian porque prefieren que todo quede en familia, pero su  vecino  está harto de gritos y golpes. Cansado de que nadie haga nada para impedirlo, subió a su casa, lo cogió por la solapa y le exigió que cuando agrediese, cuando se pusiese  como una hidra, lo hiciera en absoluto silencio, más que todo para que los demás vecinos pudiesen dormir.
Dice Ángela que, cuando se cansa de hacer fechorías, se coloca en la ventana de su cuarto desnudo y mira a ver si hay alguna vecina tendiendo para hacerle gestos obscenos.
Ayer los seis pisos que lo distancian de su casa se me hicieron eternos, mientras me enseñaba los llaveros. Me enseñó con ilusión la bandera española preconstitucional. Esto no gusta a mucha gente pero a mí me da lo mismo, dijo orgulloso. Sonreí cómplice para no llevarme un guantazo o un desnudo extemporáneo. Miré el visor para ver cuánto quedaba para llegar a su piso.
El hecho de pensar que el ascensor se podría parar, me produjo un tembleque en el párpado que temí lo tomara por una insinuación erótica, y atacara.
Por fin llegó  a su piso y salió moviendo sus miles de llaveros con una llave. Quién sabe si era la de la habitación de Barba azul.
Quizá haya mucha más gente así, gente a la que nos encontramos por la calle, se cuela en el mercado, se salta un semáforo. A la que le afeamos sus actos sin saber que dentro de un hombre, al parecer corriente, puede habitar un monstruo, un extraño  que podría  desintegrarte y acabar dando un giro de ciento ochenta grados a tu vida.
Es bueno andar mirando al frente, sin detenernos, sin darnos por enterados de lo que ocurre a nuestro alrededor, con un simple objetivo; llegar a nuestro destino lo más indemnes posible.

Algunas veces pienso que somos como un gran vaso de agua cubierto de una fina capa de aceite de cordialidad, pero lo que no vemos, es que el agua que está debajo, puede estar turbia, contaminada o tan turbulenta que gritaríamos si nos permitiesen  verla.