lunes, 5 de marzo de 2018

EL TÉRMINO MEDIO Y LAS “P”

Cuando uno lee los comentarios en las redes sociales se da cuenta de que Aristóteles y los griegos no dieron una en relación a su análisis sobre el ser humano y el bien. Es muy bonito dogmatizar en un Ágora, rodeado de hombres superiores, decir que el ser humano tiende al bien, que esa es la plenitud de su esencia, que a ella se llega practicando virtudes morales e intelectuales. En fin, una ingenuidad que solo se perdona por la falta de redes sociales de la época. Si lo pillara ahora, le diría: Pero, alma de cántaro, ¿Te has paseado por las cloacas de la sociedad?, ¿Te has enfrentado a los miles de cerriles que pueblan la tierra? ¿Entraste en Twitter alguna vez, aunque solo fuese por cotillear? Pues ese es el problema. Nosotros, los del siglo XXI, hemos visto con toda nitidez la versatilidad de humanos que habitan nuestro plantea, y hemos llegado a la conclusión de que no queda más remedio que levantar un muro de hormigón alrededor de nuestras casas para defendernos de tanta miseria. Hemos entrado en nuestro propio Ágora: Instagran, Twitter, Facebook... Hemos analizado comentarios volcados sin rigor ni argumentación. Han inventado una palabra para las mujeres que llevan la contraria, que se rebelan, para las que ponen el intermitente para pedir que les cedas el paso, para las que piden el libro de reclamaciones cuando se sienten engañadas, para las que exigen sus derechos laborales y piden igualdad... A todas la misma, la única palabra convertida en vocativo y que no tiene genero, es muy concreta y lo abarca todo. Es la piedra filosofal del insulto y la zafiedad: "PUTA". No la soporto. Si una política gana elecciones, se la llama “P”, porque no se necesitan más argumentos ni más explicaciones; “P” y nada más que “P”. Las mujeres que piensan diferente a ti son “P”, no porque tenga que ver con el caso sino porque es muy de machos o de mujeres tan feministas que piden que sean violadas las oponentes. No existe traducción al masculino. No es como la palabra portavoz, que siempre se puede feminizar en “portavoza” por muy aberrante que parezca. “P” es la palabra por excelencia, ese inclusivo que tanto odian las feministas de boquilla. Aristóteles, que era un ingenuo de catálogo, decía que en el término medio está la virtud. ¿Entre quienes? le preguntaría; ¿entre indepes y fachas?, ¿entre agresión sexual y seducción?, ¿entre libertad y sedición?, ¿entre mujeres que buscan igualdad trastocando el lenguaje? ¿Existe acaso ese termino medio que nos permita sentarnos a dialogar? De no haber existido las redes sociales no nos habríamos enterado de la mezquindad e incultura que nos rodea. Ahora tenemos un Ágora mucho más extenso que el de Grecia, lleno de insultos y post verdades, de injusticias y agresiones, de delitos de corrupción que prescriben y de políticos que para lo único que se unen es para no renunciar a sus prebendas. Se nos ocurrió mandar a un hombre al espacio, dejamos un satélite para comunicarnos y enterarnos de todo lo que pasaba en el mundo, y ahora que lo sabemos, no nos queda más que una imagen triste y desoladora de lo que podemos esperar del ser humano y de la búsqueda de su esencia. Lo asiento, Aristóteles, pero la filosofía también nos la quitan de los planes de estudio, aunque puestos a analizar lo que vemos, es casi mejor no calentarnos más la cabeza.

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